Una vacuna modificada ofrece la esperanza de que la erradicación esté más cerca que nunca
A mediados de 2017, dos grupos de 15 desconocidos convivieron durante 28 días en un anillo formado por contenedores de transporte montado en el estacionamiento del Hospital Universitario de Amberes (Bélgica). Tenían acceso a libros y películas, un pequeño patio para hacer asados a la parrilla, una cocina y un comedor comunes, y un gimnasio; todo ello detrás de puertas de seguridad y bajo la vigilancia de personal dotados de equipos de protección personal.
Lo que parece un escenario de realidad televisiva o de ciencia ficción era, de hecho, un importante ensayo clínico del arma más reciente en la batalla para erradicar la polio: una vacuna rediseñada llamada nueva vacuna oral contra la polio de tipo 2, o nOPV2. El estudio pretendía evaluar si la fórmula modificada, la primera actualización significativa de las vacunas antipoliomielíticas en seis décadas, podría ayudar a acabar con los brotes de poliovirus circulante derivado de la vacuna, también conocido como poliovirus variante. Estos casos surgen en raras ocasiones cuando el virus vivo pero debilitado que contienen las vacunas orales contra la polio circula en zonas con bajas tasas de inmunización y muta nuevamente para convertirse en una forma peligrosa que puede infectar a personas que no han sido totalmente vacunadas.
Estos brotes de poliovirus variante surgidos en las últimas dos décadas constituyen un importante obstáculo para la labor llevada a cabo por Rotary y sus aliados en la Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Polio (GPEI por su sigla en inglés) para acabar con la enfermedad. Los brotes son diferentes a los provocados por el poliovirus salvaje, que circuló naturalmente en el medioambiente durante milenios y sigue siendo endémico en solo dos países, Afganistán y Pakistán. Pero el resultado es el mismo: el virus en cualquiera de los dos tipos de brotes puede, en raras ocasiones, causar parálisis.
En 2011, el personal de la Fundación Bill y Melinda Gates, uno de los aliados de la GPEI, se preguntó si el virus vivo de la vacuna oral tradicional podría ser modificado para limitar su capacidad de mutación. "El primer reto fue puramente científico", explica Ananda Bandyopadhyay, subdirector del equipo de la polio en la Fundación Gates, que financió y dirigió esta labor. "¿Cómo hacer que la vacuna sea más estable genéticamente sin comprometer su inmunogenicidad [capacidad de provocar una respuesta inmunitaria]? Eso fue un verdadero reto".
Incluso entonces, los investigadores tendrían que averiguar cómo poner a prueba la idea. Cualquier intento requeriría un aislamiento estricto de los participantes en el estudio. En una reunión celebrada en 2015 en Bruselas, Bandyopadhyay expuso la audaz idea a Pierre Van Damme, director del Centro de Evaluación de la Vacunación de la Universidad de Amberes. "Tuvimos que ser muy creativos", dice Ilse De Coster, que dirigiría el equipo del ensayo clínico junto a Van Damme en Bélgica, "porque en ese momento no teníamos ninguna instalación desarrollada para la contención".
Consideraron la posibilidad de aislar a los participantes en el estudio en centros vacacionales aislados o en centros vacíos que se habían utilizado para alojar a solicitantes de asilo, y finalmente acordaron construir un complejo de contenedores modulares, apodada Poliópolis por la esposa de Van Damme. Los científicos del centro habían realizado más de 500 ensayos de vacunas, pero tenían poca experiencia con la polio, ya que esta enfermedad hace tiempo había dejado de ser una preocupación cotidiana en el país gracias a la inmunización rutinaria.
Para gran parte del mundo desarrollado, la polio es un recuerdo lejano. Atrás quedaron los días de los terrores veraniegos vividos en Europa y América del Norte en los años 40 y 50, cuando los niños se iban a la cama con lo que sus padres creían que era una gripe leve, solo para despertarse con extremidades de goma y ardiendo de fiebre. En esos años miles de personas quedaron paralizadas. Algunos acabaron en el temido pulmón de acero que encerraba el cuerpo hasta el cuello para ayudarles a respirar.
La polio no tiene cura, pero con el desarrollo de las vacunas en la década de 1950 y la subsiguiente inmunización rutinaria, Estados Unidos y Bélgica vieron sus últimos casos del poliovirus salvaje en 1979. En las décadas siguientes las campañas de vacunación se hicieron globales y en 1985 Rotary lanzó PolioPlus y en 1988 ayudó a fundar la GPEI. El objetivo era erradicar una enfermedad humana por segunda vez en la historia, después de que en 1980 la Organización Mundial de la Salud declarara el mundo libre de viruela.
En 1988, el poliovirus salvaje paralizaba a cientos de niños cada día, detectándose unos 350 000 casos de polio en más de 125 países ese año. Desde entonces, los casos se han reducido en un 99,9 %, evitando así la parálisis a unos 20 millones de niños. Entre enero y principios de agosto de este año, se confirmaron catorce casos de polio salvaje en Pakistán y uno en Afganistán, los dos últimos países que continúan siendo endémicos. En Mozambique se registraron otros cuatro casos de polio en un brote que comenzó en Malawi a fines de 2021 y que se relacionó con una cepa del virus que había circulado en Pakistán.
Este progreso no habría sido posible sin la vacuna oral contra la polio. "Es una herramienta de vital importancia y ha salvado millones de vidas y evitado parálisis", afirma Bandyopadhyay.
La vacuna oral contra la polio, o OPV, fue desarrollada a fines de la década de 1950 por el médico Albert Sabin. Esta se convirtió en la vacuna preferida para la erradicación de la polio porque es segura, económica y fácil de administrar. Mediante esta vacuna el virus vivo pero debilitado se replica en el intestino y produce una fuerte inmunidad intestinal. Como resultado, los niños vacunados pueden eliminar el virus debilitado de la vacuna en sus heces durante varias semanas. En las zonas con un saneamiento deficiente, el virus debilitado se propaga, estimulando una respuesta inmunitaria en los no vacunados. Pero esta capacidad de circulación del virus debilitado conlleva el riesgo de causar brotes derivados de la vacuna, o variantes, en zonas con bajas tasas de inmunidad.
La mayoría de los casos de la variante corresponden al poliovirus de tipo 2, una de las dos cepas que han sido erradicadas en la naturaleza. El número de niños paralizados por la variante del poliovirus de tipo 2 pasó de dos en 2016 a más de mil en su punto más alto en 2020, repartidos en veinticuatro países, la mayoría de ellos en África. La situación se agravó por la interrupción de las campañas de inmunización durante la pandemia de COVID-19, que duró cuatro meses y dejó a 80 millones de niños sin protección. "Se creó una ventana que hizo posible una mayor expansión de los brotes", dice John Vertefeuille, jefe de la rama de erradicación de la polio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. En la actualidad, los casos causados por variantes superan ampliamente a los causados por el poliovirus salvaje, aunque están empezando a disminuir.
La actual vacuna oral contra la polio que solo contiene el virus de tipo 2 ha sido eficaz para detener la mayoría de los brotes del poliovirus variante. Pero aun así, esa vacuna conlleva el riesgo de que el virus vuelva a mutar a una forma más virulenta si circula en poblaciones con bajas tasas de inmunización. En la Fundación Gates se dieron cuenta de que se necesitaba una nueva vacuna oral contra la polio de tipo 2, y rápido. "Toda esta situación con los brotes de poliovirus variante es un desafío, pero también es una oportunidad para innovar", apunta Bandyopadhyay.
La fundación creó y financió un consorcio científico para desarrollar la nueva vacuna oral, que incluye el Instituto Nacional de Normas y Control Biológico del Reino Unido y la Universidad de California en San Francisco. Los investigadores de estas dos instituciones modificaron parte del genoma del antiguo virus de la vacuna de tipo 2 para hacerlo más estable genéticamente y conservar su capacidad de producir una fuerte inmunidad en el intestino. Pero seguía existiendo el reto de cómo probarlo en humanos sin arriesgarse a propagarlo en el medioambiente.
"Toda esta situación con los brotes de poliovirus variante es un desafío, pero también es una oportunidad para innovar".
El equipo de Poliópolis actuó con rapidez. Los sesenta y seis contenedores, prefabricados fuera de las instalaciones, se montaron en solo tres días en abril de 2017 y estuvieron listos para funcionar un mes después. En total, había pasado menos de medio año desde que el equipo decidió seguir adelante con el concepto de Poliópolis. A saber de los investigadores, nadie había intentado nunca un estudio de contención en una instalación tan específica y durante tanto tiempo.
Otros ensayos de vacunas que requieren medidas de contención se han llevado a cabo en hospitales e incluso en moteles. Pero como las personas vacunadas excretan el virus debilitado de la vacuna oral contra la polio en sus heces durante varias semanas, los investigadores necesitarían una instalación en la que se pudieran contener las aguas residuales de manera estricta, mantenerlas separadas de los sistemas de residuos públicos y descontaminarlas. La ropa, las toallas, los utensilios, la comida no consumida y cualquier otra cosa manipulada por los participantes se eliminaría de forma segura o se descontaminaría con gas de dióxido de cloro. Las entradas estaban configuradas de manera que las puertas interiores no podían abrirse hasta que las exteriores se cerraran.
Debido al tiempo que puede seguir excretándose el virus, los participantes en el ensayo debían permanecer encerrados durante al menos 28 días. Los voluntarios tuvieron que someterse a un examen médico y psicológico para asegurarse de que estaban a la altura del reto y podían funcionar en grupo. "Tuvimos dos psicólogos que examinaron a los sujetos", explica De Coster, y añade que los participantes tuvieron acceso a servicios de salud mental durante todo el ensayo clínico.
Entre los voluntarios, la mayoría de ellos procedentes de los Países Bajos, había un ama de casa, un estudiante que estaba terminando una tesis de maestría y un profesional que quería un poco de tiempo libre. Se llevaban bien a pesar de los roces ocasionales por cosas insignificantes, como el desorden en la cocina. "Pon a algunas personas juntas y habrá fricciones, como en el reality show de televisión Gran Hermano", explica Caro Bouten, una de las voluntarias. "Yo estaba escribiendo un libro, así que no me importaba. Volvía a mi habitación. Yo tenía un objetivo. Así que eso me ayudó".
La polio dejó a la tía de Bouten con una cojera, una pierna ortopédica y una vida difícil en un internado, separada de una familia que se avergonzaba de su condición. Esos recuerdos, junto con su trabajo como enfermera y asesora de refugiados, la motivaron a unirse al estudio. Cuando después fue invitada a conocer a la reina de Bélgica, se dio cuenta de la real importancia de lo que había hecho.
En noviembre de 2020, la NOPV2 se convirtió en la primera vacuna en ser incorporada a la lista de la OMS para uso en emergencias. En marzo de 2021, la vacuna se implementó primero en Nigeria y Liberia. Hasta el primer semestre de 2022, se administraron más de 370 millones de dosis en más de 20 países.
"Los datos son muy esperanzadores, y parece que la vacuna hace lo que se supone que debe hacer: inducir la inmunidad de la población e interrumpir la transmisión en la mayoría de los entornos y con un riesgo mucho menor de causar nuevos brotes", afirma Bandyopadhyay.
La nueva vacuna, por sí sola, no es una fórmula mágica. No detendrá la transmisión si las campañas de inmunización no pueden llegar a cerca del 90 % de los niños en las zonas de respuesta. Los activistas explican que para ganar la confianza y cooperación de las personas es crucial integrar la respuesta ante la polio con otras necesidades importantes de las comunidades. Esto es clave porque las bajas tasas de inmunización siguen siendo un obstáculo, lo que permite que los casos de variantes de la polio viajen por todo el mundo y aparezcan en lugares donde la enfermedad no se había visto en años. Este año, por ejemplo, las autoridades han detectado el virus de la polio en las aguas residuales de Londres y Nueva York. Y en julio de 2022, las autoridades sanitarias anunciaron que un hombre no vacunado del estado de Nueva York había enfermado con una variante del poliovirus genéticamente relacionada con la detectada en Londres.
"Nunca hemos estado tan cerca como ahora" ha sido un estribillo frecuente de la campaña de erradicación de la polio, pero hoy hay muchas razones para creerlo. La comunidad mundial está unida en torno a la última estrategia de la GPEI. Los líderes talibanes que volvieron al poder en Afganistán hace un año accedieron a permitir que se reanudaran las campañas de inmunización casa por casa en todo el país, tras levantar una prohibición de 3 años y medio en algunas zonas. Además se sigue trabajando en nuevas innovaciones científicas.
Al igual que muchas luchadoras contra la polio, Nana Yaa Siriboe, socia del Club Rotario de Accra Labone (Ghana), tiene un interés personal en cruzar la línea de meta. Su prima es una sobreviviente que en su día necesitó muletas, pero que ahora camina sin ayuda, con solo una cojera. "Mi madre le decía: 'No voy a permitir que pienses que vas a estar desvalida'", recuerda. "Y te digo que mi prima es una luchadora".
Siriboe asumió la presidencia del Comité PolioPlus de Ghana en 2019, justo cuando surgían casos variantes de polio en el país, aproximadamente una década después de que fuera declarado libre de polio. Ella movilizó a los voluntarios de Rotary para que visitaran hogares, lescuelas, lmezquitas, iglesias y mercados para buscar e inmunizar a los niños, con lo que se logró suprimir los brotes por dos años. Pero la polio paralizó a una persona este mes de junio, lo que provocó el comienzo de otra campaña de inmunización masiva.
La llegada de la nOPV2 nos da esperanza. También lo hacen las madres a las que ha visto traer a sus hijos para que los vacunen. "Es una alegría", dice sobre el encuentro con los niños. "Puedes jugar con ellos. A algunos les gusta ver su dedito meñique pintado de morado para mostrar que ha sido vacunado. Les damos caramelos. Es una experiencia maravillosa".
Este artículo fue publicado originalmente en el número de octubre de 2022 de la revista Rotary.
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