La ciudad anfitriona de la Convención 2024 deslumbra por sus constantes reinvenciones
Redescubre Singapur
En junio de 1999, un año después de unirme al personal de Rotary International, asistí a mi primera convención. Fue entonces cuando por primera vez fui testigo del alcance mundial de Rotary e hice mi primer grupo de amigos rotarios. Y fue enconces cuando conocí Singapur por segunda vez.
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Mi primer viaje a Singapur tuvo lugar cinco años antes, cuando, como periodista, cubrí la tercera Cumbre Económica Europa-Asia Oriental. En aquella época, los medios financieros occidentales se referían a Singapur como la historia de desarrollo más exitosa del siglo XX, lo que hizo que la cumbre atrajera a políticos, economistas y empresarios de toda Europa y Asia.
Habiendo crecido en China, donde décadas de gobierno draconiano de Mao habían empobrecido el país, yo, junto con otros millones de chinos, quedé prendado del modelo de éxito económico de Singapur. Mi primera impresión de Singapur en 1994 quedará para siempre asociada a los rascacielos brillantemente iluminados que salpicaban las orillas del río Singapur y confirmó mi creencia de que se trataba de un lugar caracterizado por la modernidad y la prosperidad.
Mi regreso en 1999 para asistir a la Convención de Rotary International solo reforzó esa impresión. Singapur, como muchos de sus vecinos, aún se estaba recuperando de la crisis financiera asiática ocurrida dos años antes. Así que la llegada de casi 18 000 líderes empresariales y profesionales de todo el mundo contribuyó a revitalizar la industria turística, al tiempo que señalaba el resurgimiento de Singapur y de Asia oriental.
Para mí, esa sensación de próspera modernidad seguía prevaleciendo, pero en otros aspectos, había llegado a un destino totalmente distinto. A medida que exploraba el multicultural Singapur, mis sentidos -especialmente mis papilas gustativas- estallaban con nuevas sensaciones. Compré especias en Little India, visité la majestuosa Mezquita del Sultán en Kampong Gelam, saboreé el famoso arroz con pollo de Hainan en Chinatown. La experiencia fue como un trozo de pastel mille crêpe, un popular postre local cuyas nueve capas de dulces y colores se funden en algo absolutamente delicioso. Finalmente, pensé, conocí Singapur.
Esto hasta que vi la película de 2018 Crazy Rich Asians (Locamente millonarios). Parcialmente rodada en Singapur, esta comedia romántica mostraba impresionantes imágenes de los monumentos arquitectónicos, los exuberantes jardines y la deliciosa comida del país. Para mi sorpresa, muchas de esas escenas me resultaron casi irreconocibles. Me di cuenta de que mis percepciones de Singapur se habían quedado anticuadas.
Pero eso no es más que otro aspecto de este lugar, independientemente de lo recientemente que lo hayas visitado o de la frecuencia con que lo hagas. «Uno de los secretos del éxito de Singapur es nuestra capacidad para reinventar lo que necesitamos para sobrevivir y crecer», afirma Joanne Kam, vicepresidenta de la Comisión Organizadora Anfitriona 2024 y gobernadora del Distrito 3310 (Brunéi, partes de Malasia y Singapur) durante el período 2022-2023. «Cada año y cada década traen nuevos cambios. Así pues, el Singapur que verás en mayo de 2024 será muy diferente del que tú y otros recuerdan».
Ese mensaje fue reiterado en la convención de este año en Melbourne, cuando vi un video promocional en el estand de Singapur. «¿Crees que conoces Singapur?», entonaba una voz grave. «Piénsalo otra vez».
Era como si la voz me llamara para que volviera, y en julio volví a visitar Singapur en preparación de la Convención 2024. El próximo mes de mayo, miles de socios de Rotary seguirán mis pasos, algunos de los cuales visitarán Singapur por primera vez. Hasta entonces, imagina esa misma voz profunda que te anima a hacer ese viaje mientras te describo algunos de los encantos de esta nación vibrante y deslumbrantemente moderna.
Una ciudad en la naturaleza
Incluso en julio, aquí amanece tarde. Acabo de llegar a Singapur, son pasadas las 7 de la mañana y recorro en taxi Orchard Road, una exclusiva zona comercial. Es entonces cuando lo veo: una selva tropical de 23 pisos de altura que brota de una pila ascendente de terrazas abiertas, cada una de ellas sostenida por gigantescas columnas de hormigón engalanadas con exuberantes enredaderas verdes. Es como si los centinelas de la selva ecuatorial hubieran vencido a la gravedad. Entrecierro los ojos y, desde esta distancia, es como si estuviera mirando un bloque gigante de caligrafía china envuelto por la naturaleza.
Se trata del recién inaugurado Hotel Pan Pacific Orchard, el cual me fue recomendado por la Comisión Organizadora Anfitriona. Mientras un sonriente recepcionista tramita mi documentación en un vestíbulo al aire libre, le pido a un botones que me enseñe la terraza del segundo piso, que es básicamente un mini bosque tropical poblado de árboles exóticos que me sería imposible nombrar. Sentado en un escalón de piedra, cierro los ojos. El sonido de una cascada calma mi mente cansada.
La voz de un hombre me sobresalta. «Si sube a la terraza del quinto piso, encontrará palmeras tropicales rodeando una apacible laguna», dice el recepcionista. «Allí puede relajarse en una tumbona bajo un dosel tejido de hojas de palmera».
Mi ensueño en la Terraza Forestal del hotel fue una apropiada introducción a Singapur, conocida con razón como la Ciudad Jardín, aunque los singapurenses prefieren llamar a su metrópolis «una ciudad en la naturaleza», ya que se esfuerzan por ser el centro urbano más verde del mundo. Más del 40 % del país está cubierto de vegetación, ya sea en forma de reservas naturales, parques, jardines o una selva tropical aferrada a un rascacielos. La ciudad-estado ha ordenado que todas las nuevas construcciones comerciales y residenciales utilicen zonas ajardinadas, como tejados verdes, muros forrados de hojas o frondosos jardines, para ayudar a reducir el efecto de isla de calor que se da en casi todas las grandes ciudades.
Al día siguiente, durante el desayuno, Peng Sum Choe, expresidente del Club Rotario de Pandan Valley y director general de Pan Pacific Hotels Group, me explica el concepto de «biofilia», término definido por el desaparecido naturalista E.O. Wilson como el impulso irresistible del ser humano de asociarse con otras formas de vida. Choe afirma que el diseño biofílico impregna ahora Singapur, donde la naturaleza -la vegetación- se ha integrado ingeniosamente en el paisaje urbano.
El concepto pionero de ciudad jardín fue la visión del primer primer ministro de Singapur, Lee Kuan Yew, que llegó a ser conocido como el «Jardinero Jefe». En 1971, su gobierno instituyó el primer domingo de noviembre como un Día para la Plantación de Árboles, y Choe afirma que la plantación de árboles y otros proyectos medioambientales han sido una prioridad para los rotarios singapurenses en las últimas dos décadas.
Y se prevé que la ciudad sea aún más verde: El Plan Verde Singapur 2030 prevé más de 80 hectáreas de nuevos parques y duplicar el ritmo anual de plantación de árboles.
«Cada vez que vuelvo de un viaje al extranjero, agradezco la exuberante vegetación de Singapur», apunta Choe. «Me tranquiliza, me acerca a la naturaleza».
Si deseas ver este abundante verdor concentrado en un lugar colorido y futurista, visita Gardens by the Bay, espacio de más de 100 hectáreas que alberga una serie de atracciones naturales. Flower Dome (Cúpula de las Flores), declarado el mayor invernadero de cristal por Guinness World Records, alberga orquídeas, magnolias y multitud de plantas de todo el mundo. Cloud Forest (Bosque de Nubes) es una tierra de ensueño con una flora inusual y panoramas impresionantes, mientras que en lo alto, las laderas boscosas de la Cloud Mountain (Montaña Nubosa) se elevan hasta una altura de 35 metros. No es de extrañar que Choe califique a Singapur de «modelo» del turismo sostenible.
Encuentro de culturas
En mayo, cuando los líderes rotarios se reunieron en la Convención de Melbourne para aparecer en el video Bienvenidos a Singapur, Ghim Bok Chew les obsequió pañuelos de seda adornados con una orquídea radiante y multicolor llamada Vanda Miss Joaquim. Chew, director de RI y presidente de la Comisión Organizadora Anfitriona de la Convención 2024, me explicó más tarde que la orquídea debe su nombre a la mujer de ascendencia armenia que cultivó por primera vez la flor híbrida en Singapur hace más de un siglo. «Esta orquídea es la flor nacional de Singapur y un símbolo de nuestra historia e identidad nacional», enfatizó, y esta orquídea en particular es un símbolo apto de nuestra herencia multicultural.
En mi primer día en Singapur, Joanne Kam, mi guía y asesora de Rotary, me lleva a Chinatown, un extenso enclave situado junto a los relucientes rascacielos de la ciudad. Aquí vemos un templo de cinco pisos con forma de pabellón donde se expone una reliquia sagrada, uno de los dientes de Buda, un centro cultural chino y docenas de restaurantes chinos, entre ellos Hawker Chan, un peculiar restaurante famoso por su plato de arroz con pollo y salsa de soja, que en su día fue conocido como el plato más económico galardonado con una estrella Michelin. Las tiendas de las callejuelas exhiben una colorida variedad de tés, vestidos y túnicas de seda, joyas de oro y jade, hierbas medicinales y durianes, una fruta tropical de sabor dulce y olor muy penetrante.
Chew se une a nosotros para comer dim sum en el animado restaurante Yum Cha, propiedad de un rotario, y me cuenta cómo sus abuelos abandonaron sus aldeas ancestrales en la provincia meridional china de Fujian y viajaron a Singapur en busca de mejores oportunidades económicas. Mientras sus primos asistían a escuelas chinas, sus padres rompieron con la tradición y le enviaron a estudiar en inglés; tras graduarse en la Universidad de Liverpool, regresó a casa y, con una licenciatura en informática, inició una carrera en el campo de la tecnología de la información y las finanzas.
Después de comer, mientras nos abrimos paso entre la multitud, Chew señala una imponente estructura verde, la mezquita Jamae (Chulia). «Hay un templo hindú al final de la calle», dice. «Aquí coexisten pacíficamente diferentes religiones».
En mi tercer día, Kam me acompaña a Kampong Gelam, un distrito malayo, donde conozco a Tengku Indra, un asesor de empresas que tiene su propia historia familiar que contar. Es descendiente directo de Hussein Shah, reconocido por los británicos a principios del siglo XIX como sultán de Singapur. Con el tiempo, la familia perdió el título, pero su herencia real perdura en el nombre de Tengku Indra: tengku significa «príncipe» en malayo.
Vestido con un traje tradicional baju melayu, Tengku Indra, presidente fundador del Club Rotario de Kampong Gelam, me enseña uno de los barrios urbanos más antiguos de Singapur. Mientras caminamos y hablamos, Tengku Indra señala la cúpula dorada de la Mezquita del Sultán, que su antepasado mandó construir para sus súbditos. Calles y bulliciosas avenidas repletas de restaurantes halal y tiendas especializadas rodean la mezquita. Aquí los visitantes pueden encontrar joyería artesanal, perfumes y accesorios para la peregrinación anual a La Meca. Y, como subraya Tengku Indra, en el barrio también viven indios y chinos, que han instalado allí sus negocios.
Mi siguiente parada es Little India, donde me esperan otros dos rotarios, Rajamohan Munisamy y Anil Changaroth, ambos de ascendencia india. Changaroth nos obsequia con una suntuosa comida en Madras New Woodlands, un restaurante especializado en platos del sur de la India situado en el centro de Little India, donde se encuentran los pilares corintios de la mezquita Abdul Gafoor, una estatua de Buda de 15 metros de altura en el templo Sakya Muni Buddha Gaya (conocido como el Templo de las Mil Luces) y coloridas tiendas en Serangoon Road que venden vestidos tradicionales indios, hierbas secas y especias.
Entre paratha, un pan indio de forma plana, y dosa, una tortita fina, Changaroth, presidente fundador del Club Rotario de Constructores de la Paz de Singapur, me informa de los distintos tipos de comida del sur de la India en su impecable mandarín e inglés. Me siento junto a Munisamy, exgobernador y vicepresidente de la Comisión Organizadora Anfitriona. Hindú practicante, está casado con una mujer católica de ascendencia filipina. Sus tres hijas siguen la religión de su madre.
«La diversidad es muy importante para nosotros», apunta Munisamy. «Singapur no tiene muchos recursos naturales. Pero somos ricos en recursos humanos. Queremos que personas de todas las razas, tanto inmigrantes establecidos como recién llegados, convivan y trabajen en paz. Ese es nuestro valioso activo».
Cuando califico el modelo multicultural de Singapur de crisol de razas, Kam me corrige. «Un crisol de razas es una sociedad en la que las personas se mezclan para formar una norma cultural básica basada en la cultura dominante», afirma. En Singapur se anima a cada etnia a conservar su cultura y tradiciones, y a apreciar las de los demás.
Y, como Chew me dijo antes, «Rotary en Singapur encarna nuestra sociedad multicultural», añadiendo que en un momento en que los conflictos raciales y étnicos sacuden muchas sociedades, su esperanza es que la Convención de 2024 permita a Singapur -y a Rotary- mostrar su enfoque único con respecto a la armonía étnica y cultural.
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Hans Lee, Berlín
• Seis Convenciones
Descubre ideas
«La convención es una gran oportunidad para descubrir nuevas ideas y conocer a diferentes personas e incluso colaboradores con los que desarrollar futuros proyectos. Es un evento emocionante, inspirador y lleno de energía. También es una oportunidad para construir nuestro futuro juntos, el futuro de Rotary. Así que si no vienes, te lo perderás».
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Mamta Jaiswal, Nagpur (India)
• Dos Convenciones
Ve el mundo
«Mi esposo siempre me dice: ‘Mamta, quieres viajar, quieres ver el mundo. ¿Por qué no aprovechas las convenciones para dar la vuelta al mundo?’ Y eso es exactamente lo que estoy haciendo. El próximo año iré a Singapur. Y el año siguiente iré a Calgary. Y este año, antes de regresar a casa desde Melbourne, visité Nueva Zelanda y luego Sídney».
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Maria Vittoria "Mavi" Gargiulo, Salerno (Italia)
• Cuatro Convenciones
Llénate de energía
«Podría hablar durante días sobre por qué deberías venir a la convención, lo increíble que es, lo energizante que es. E incluso si no te sientes muy feliz con tu afiliación -quizás hay algo que no te gusta- participar en una Convención de Rotary es la mejor medicina que existe. Hay mucha positividad y harás amistades increíbles. Es difícil identificar un solo momento especial para mí; son más bien las emociones que te acompañan para siempre».
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Jerald Coughter, Belmont, North Carolina (EE. UU.)
• Tres Convenciones
Escucha historias que cambian vidas
«Por razones profesionales, he asistido a un millón de convenciones. Rara vez salgo de allí diciendo: ‘¡Vaya! Fue increíble.’ Pero mi experiencia en las convenciones de Rotary siempre ha sido muy motivante. Estás rodeado de miles de personas con ideas afines. Y también puedes aprender tantas cosas: Escuchas a expertos. Conoces a gente de todo el mundo que de otro modo no conocerías. Estos eventos pueden cambiar tu vida. Además son divertidas y se celebran en lugares interesantes. Pasan muchas cosas».
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Este artículo fue publicado originalmente en el número de septiembre de 2023 de la revista Rotary.
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